Hechizo

Dócil es el canto de tu sutil risa hechicera
cuando en aciagos sueños evoco con rubor
tu ardiente verano, ¡qué insolente amor!,
negando mi desdicha para que muera.

Germina aún mi piel una dulce tortura,
tus besos adheridos a mi ruinoso ser,
enterrando en tinieblas la vanidosa cordura
y tornando la flor en la marchita de ayer.

Mas ni tu ni la muerte puede calmar esta locura
ni alma en vida darte, un día, sombra alguna.
Pues, aunque este amor me consigne a sepultura,
mi triste yo seguirá eternamente amando solo a una.


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